Fusión XVIII

Fusión XVIII

Una perspectiva desde los “Estilos nacionales” a los “Goûts réunis”

I

J.S. Bach (1685-1750)
Triosonata en Sol mayor para flauta, violín y continuo BWV 1038
Largo, Vivace, Adagio, Presto

F.M. Veracini (1690-1768)
Sonata en re m, para violín y bajo continuo Opera II sonata XII
Passagallo Largo Assai, Andante, Capriccio Cromatico, Adagio, Ciaccona Allegro ma non Presto.

II

F. Couperin (1668-1733)
7º Preludio para clave en Sib M de “L’art de toucher le clavecín”
Allegretto, Largo, Allegro

M.Marais (1656-1728)
Dos piezas del 5º libro de piezas para la viola
La facile. La mariée

J. B. Boismortier (1689 – 1755)
Triosonata en sol mayor, Op. 5/4, para flauta, violín y bajo continuo
Allegro, Adagio, Allegro.

G. Ph. Telemann (1681 – 1767)
Cuarteto de París nº 6 en mi m
Prélude: A discrétion – très vite – a discrétion , Gai, Vite , Gracieusement, Distrait, Moderé.


José Fernández Vera, flauta travesera barroca

Antonio Almela, violín barroco

Xurxo Varela, viola da gamba

Ignasi Jordá, clave


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Notas al programa.

Hacia el 1600, con el cambio de siglo, los músicos de diversos rincones de Europa sintieron la necesidad de experimentar y probar lenguajes diferentes con los que expresarse en  su arte. Después de siglos de evolución la polifonía renacentista había llegado a su máxima expresión, y sonaban aires de cambio. Nacía la música barroca.

Durante todo el S.XVII se fue desarrollando este nuevo lenguaje, adoptando estilos diferentes en las diversas regiones y reinos del continente. Los más influyentes fueron el italiano, el francés y el alemán.

En Italia, cuna del Barroco, predominó la expresividad apasionada y extrovertida del carácter latino, del que Francesco María Veracini es una buena muestra. Personaje controvertido con una vida atribulada, paseo con éxito su música por buena parte de Europa como compositor y virtuoso del violín, instrumento italiano por excelencia.

En Francia, país de la monarquía borbónica, el Rey Sol, las grandes cortes, los palacios y jardines versallescos, se desarrollaba una música barroca llena de grandiosidad pero refinada, de nobleza pero ligera, de expresividad pero delicada. Hotteterre, Marais y Forqueray fueron músicos que tuvieron el honor de servir en la corte en pleno apogeo del estilo francés, haciendo las delicias de los oídos reales en los salones de Versalles.

En Alemania, un carácter más conservador y tradicional  hizo que se siguiera utilizando la tradición del contrapunto heredada del Renacimiento. Pero adaptándolo al nuevo lenguaje imperante y elevándolo, gracias a una capacidad especial para la metodología, el desarrollo y la profundización, a niveles insospechados.  J.S. Bach llevó el arte del contrapunto y la fuga a cotas solo posibles en la mente de un genio.

Pero entrado el S.XVIII, el intercambio cultural aumentaba. Los nobles y monarcas  gustaban de conocer lo que se hacía allende sus dominios y contrataban a los mejores músicos extranjeros. Los artistas mostraban su arte por doquier buscando fortuna lejos de su tierra, a veces empujados por el espíritu inquieto y otras por la deudas con la justicia o los acreedores.  Aunque de manera más lenta debido a que todavía había pasos de carruaje en lugar de pasillos aéreos, la inminente ilustración, cierta disminución de la actividad bélica y el afán de conocer, propiciaba, utilizando un término actual, cierta globalización. Así, en la música, en el atardecer del estilo barroco, surgió una corriente integradora de los diversos estilos, lo que hoy llamaríamos una “fusión”,  y que  ellos denominaron como “Les goûts réunis”, o los gustos reunidos.

G.P. Telemann, compositor alemán, probablemente  el más prolífico de su época, fue uno de los que mejor supo combinar todas las tendencias. Persona con gran visión comercial y talento para agradar, escribió música de todos los estilos, para todo tipo de formaciones, religiosa y profana, vocal e instrumental. Su inspiración y genialidad dio lugar a un estilo personal y a grandes obras maestras en las que convivían y se mezclaban hasta desaparecer todos los llamados “estilos nacionales”. Una vez más, “la música une a los pueblos…”

Antonio Almela

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